En el informe del mes de abril el Agricultura Market Information System (AMIS) ha hecho un recuento del impacto del COVID–19 en la producción y consumo de alimentos concluyendo que pueden presentarse estas cuatro consecuencias conforme avance esta pandemia:
Disminución de dinero destinado a la comprar alimentos en los países. Existe el riesgo que representa la recesión económica mundial causada por la crisis del coronavirus, que puede comprometer la capacidad de los países dependientes de las importaciones para comprar alimentos y causar pérdidas de ingresos para los hogares, lo cual traería graves repercusiones en la seguridad alimentaria.
Disminución de la superficie cultivada debido a la reducción de la mano de obra por la cuarentena. Los sistemas de producción agrícola en los países más vulnerables son predominantemente intensivos en mano de obra. Las medidas de cuarentena, el autoaislamiento y el comportamiento de aversión en respuesta a un brote, por lo tanto, reducirían la oferta de mano de obra, lo que podría generar contracciones en la superficie cultivada, limitar el manejo de los cultivos y finalmente frenar las cosechas.
Reducción de la demanda de cultivos de alto valor. La desaceleración de la economía mundial y las interrupciones en las cadenas de suministro agrícolas mundiales han reducido la demanda de efectivo y cultivos de alto valor, como frutas, café y té, que son los principales productores de exportaciones en muchos países menos desarrollados. Estas reducciones se traducirán en pérdidas de ingresos para los hogares agrícolas, mientras que las reservas nacionales de divisas podrían reducirse, con implicaciones para la financiación de programas de redes de seguridad social y la capacidad de pagar las importaciones de alimentos. Particularmente en las zonas urbanas de los países menos desarrollados, es probable que la desaceleración de las actividades económicas y las restricciones de movimiento reduzcan los ingresos y el poder adquisitivo de los hogares, factores que agravarían la inseguridad alimentaria. Si la crisis es de duración relativamente corta, se podría esperar que las personas cambien a alimentos más baratos pero menos nutritivos,
Mayor desnutrición y morbilidad en el sector rural. Existe una clara relación recíproca entre la salud y la agricultura, particularmente para los hogares rurales. Los bajos niveles de productividad agrícola y los sistemas alimentarios deficientes pueden fomentar una mayor prevalencia de desnutrición, aumentando la vulnerabilidad de la población a la morbilidad y el impacto de brotes de enfermedades, como COVID-19. Aunque las intervenciones inmediatas deben y deben dirigirse para contener el brote, esta pandemia también muestra la necesidad urgente de fortalecer la resiliencia de la agricultura y, en términos más generales, exige mayores esfuerzos para erradicar el hambre.
Como en muchas ocasiones, pienso que es momento de utilizar o aplicar nuestros mejores dones y conocimientos para ayudarnos y prevenir estas consecuencias, que ya podemos ver en cierto grado en nuestro país, uniéndonos para salir adelante más y mejor fortalecidos que cuando este reto comenzó
Rigo