La bioseguridad en unidades acuícolas implica identificación, priorización e implementación de estrategias eficaces y necesarias para prevenir la introducción, proliferación y propagación de patógenos, así como factores que afecten a la producción acuícola. Los planes de bioseguridad deben presentarse en formato escrito para asegurar coherencia en la comunicación y en la implementación de los procedimientos y protocolos determinados por el establecimiento.
La implementación correcta de medidas de bioseguridad en un establecimiento acuícola puede:
- Promover la sanidad y minimizar la pérdida de los animales.
- Proteger la inversión económica del productor.
- Aumentar el comercio y exportación de animales acuáticos y sus productos.
- Impedir la introducción de patógenos.
- Minimizar el impacto de una enfermedad, en caso de que ocurra.
- Proteger la seguridad del suministro de alimentos.
- Proteger la salud humana de enfermedades zoonóticas.
Para poder establecer un plan de bioseguridad en las Unidades Acuícolas se debe de tomar en cuenta los siguientes puntos:
En las granjas acuícolas, las enfermedades se presentan por la interacción de variables ambientales o de manejo, presencia de agentes patógenos y condiciones sub-óptimas tanto nutricionales como inmunológicas de los organismos en cultivo. En dicho ambiente, los peces cohabitan o están infectados de numerosos agentes patógenos sin generarle la enfermedad, esta situación se establece por un equilibrio entre la resistencia del huésped (pez) y la virulencia del agente patógeno (nocivo). Dicha condición se rompe, cuando existen factores de estrés suficientemente importante, para que el animal enferme. El piscicultor debe mantener la condición de equilibrio de dichas variables en el sistema, para reducir significativamente la probabilidad de aparición de padecimiento.