Siempre existe cierto temor cuando escuchamos la frase “habrá auditoría”. Es necesario cambiar ese concepto, porque se trata de una herramienta que permite evaluar la gestión de los procesos internos de la empresa, identificar falencias y establecer acciones de mejora que permitan corregirlas.
La gestión de procesos internos de una organización supone un ahorro de costes, un trabajo más eficiente y mejores resultados. Si la empresa no define bien estos procesos y los trabaja de manera desordenada, no podrá adaptarse al mundo actual. Por eso, recurrir a la auditoría será la mejor decisión para medir cuán bien se gestionan los procesos organizacionales y la calidad del trabajo, siempre en búsqueda de cumplir los objetivos fijados y orientarse a la obtención de resultados.
Para asegurar un buen trabajo
El propósito principal de las auditorías de gestión de calidad se define en dos palabras: mejora continua. Es igual que ir al gimnasio: entrenas constantemente para mejorar tu desempeño. El modelo para realizarlas se encuentra en la norma ISO 19011 y el primer punto a tratar es la conformidad de la gerencia. Cuando hagamos una auditoría, recordemos que nuestro cliente es la dirección general.
La Organización Internacional de Normalización (ISO) define tres tipos de auditorías:
- La Primera parte es la auditoría que persigue la mejora continua de la propia organización.
- La Segunda parte se realiza a un proveedor para garantizar que su calidad se adecua a los estándares de calidad de la empresa contratante.
- La Tercera parte es una certificación o acreditación, cuando la empresa requiere ser avalada por un título.
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